Lxs compas de Algrano Extremadura nos han envíando un texto que queremos compartir, en el que se critica el trabajo asalariado y el nulo cuestionamiento del mismo.
Todos los años en el 1º de Mayo, tenemos que aguantar una exaltación de la condición de trabajadorxs que no llegamos a comprender. Vender nuestro tiempo, salud, cuerpos, ideas, etc., por el terrible chantaje al que estamos sometidxs, nunca debería entenderse como algo de lo que estar orgullosx, sino más bien algo con lo que acabar cuánto antes.
El trabajo mata y destroza sueños.
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Como cada primero de Mayo, se celebra el día internacional de las personas trabajadoras en una jornada festiva que toma su origen en una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago, quienes fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y en la Revuelta de Haymarket.
Esta lucha tuvo en su origen unas motivaciones transformadoras de las condiciones de explotación laboral y social existentes en el momento, con propuestas claras de la dirección que debían tomar las trabajadoras y siendo plenamente conscientes de las condiciones de esclavitud impuestas por el régimen sistémico estatista, industrializado y capitalista.
En el panorama actual, las reivindicaciones realizadas desde la legalización de los partidos y sindicatos quedan muy alejadas de las reivindicaciones exigidas por el movimiento de las asambleas y la autonomía obrera, “momentos revolucionarios en los que la clase obrera tendía a autoorganizarse en base a criterios de democracia de base y consejista, intentando ir más allá de la mera reivindicación económica o política”.
¿Dónde queda la memoria histórica del proletariado? ¿Dónde quedan el rechazo al trabajo y la mercancía, el internacionalismo y la clase obrera por encima de los pactos y la burocracia, la destrucción del Estado y el capital y la búsqueda pragmática de la liberación total?
En el paralelismo existente entre la legalización de partidos y sindicatos y la decadencia del movimiento obrero y la desestructuración del tejido social comunitario. Dejando a la vista los resultados, estos organismos no solo no han logrado ni un mínimo avance en las conquistas sociales sino que se han vuelto cómplices y responsables ante la población del sumiso papel progresista y reformador que han tomado en el sistema imperante de dominación: Estado, capital y trabajo.
La burocracia sindical y política apaga los fuegos existentes de las reivindicaciones sociales, son un lastre para el avance, sus mega estructuras lejos de facilitar la organización y el activismo social, fagocitan las capacidades y las fuerzas, a la vez que ralentizan y desactivan el poder transformador y revolucionario de la propuestas y acción de las bases, delegándoles un papel pasivo en organizaciones asistencialistas y despolitizadas de la realidad social.
El trabajo asalariado como engranaje de la maquinaria de explotación industrial capitalista, de las desigualdades, de destrucción del territorio, y la defensa del Estado como orden regulador, aceptar por convencimiento propio el sometimiento al trabajo forzado por la mísera obtención de un salario fruto del secuestro sistemático del esfuerzo total realizado quitando la plusvalía que obtiene la empleadora o empresaria de la explotada. Esto es consecuencia directa de la situación enfermiza a la que se ve expuesta la población tras la pérdida sistemática, estigmatizada y manipulada de la memoria colectiva de autonomía, lucha y organización; y el saqueo de los recursos de gestión comunal.
Ante el golpe a la acción social que ha sufrido España desde la Transición y los Pactos de la Moncloa, la pérdida de autonomía de los movimientos sociales y la falta de orientación del movimiento actual y de posicionamientos revolucionarios en los discursos,
La perspectiva sindicalista tradicional debería ser la mejora notable y directa de las condiciones sociales y laborales, de los espacios y las formas de organización de las trabajadoras, reducción de la jornada laboral al número de hora suficientes para llegar al pleno empleo y consecuentes mejoras salariales, la defensa del territorio o de la economía local; no la intermediación o defensa con espíritu reformista del sistema capitalista y de sus vasallos, la aceptación de la trampa y el juego democrático como presencia viva postfranquista o la aceptación de la monarquía parlamentaria de un estado liberal vendido a los intereses de los bancos y el mercado.
Aunque esa trayectoria creemos que sea la más cercana a lo orígenes sindicalistas, ya no consideramos que sean suficientes en las exigencias requeridas para la emancipación y la liberación social proletaria.
Si han caído otros sistemas económicos por las condiciones sociales, ahora no estamos en condiciones mejores de mantener la estructura que en otros periodos, cuando nos vemos obligadas a trabajar para poder mantener nuestras vidas en la máxima precariedad.
No queremos más reformas, ni subvenciones, no queremos asistencialismo, ni representación, no queremos delegar nuestra participación y actitud política a terceras personas alejadas de nuestras propias realidades y necesidades, no queremos trabajar para sostener este sistema, ni volver a ser remuneradas por la expropiación de nuestra libertad y el secuestro de nuestro tiempo. No queremos que aniquilen nuestras ultimas capacidades de responder de una manera digna a la ilegitima condición de siervas y esclavas del dinero y de las normas.
Queremos la transformación del estado actual de las cosas. La destrucción del capitalismo como sistema económico y de relaciones. Contra los bancos y las corporaciones mercantilistas. La destrucción del Estado y sus instituciones burocráticas, a través de las cuales ejerce el monopolio del uso de la fuerza y la violencia, y la legitimación de las desigualdades.
Contra el avance del progreso y la industrialización de cualquier actividad productiva, de los servicios y de la vida cotidiana. Contra la tecno-ciencia y su dominación.
Nos solidarizamos con todas las formas de rebeldía hacia lo establecido, porque consideramos que en la búsqueda de la libertad de un mundo esclavo no existe un solo camino, y en el aprendizaje a través de la práctica siempre podremos redefinir la estrategia de los cimientos “de un mundo en ruinas y por construir”.
Apostamos por la creación de colectivos, redes y grupos de afinidad, y de proyectos horizontales que tenga un sentido anticapitalista y autónomo. Por la práctica de la acción directa y la desobediencia civil como métodos diario de transformación y medios, para el fin mismo. Por la vuelta a los comunes y a la colectivización. Por la economía de subsistencia sin nocividades. Por la búsqueda de libertad e igualdad desde la defensa de los territorios.
“Somos consciente del choque moral que pueda suponer hablar en contra y por la abolición del trabajo en un mundo organizado en torno a él, donde quien lo tiene, aun en las condiciones más miserables, lo defenderá con uñas y dientes y quien no lo tiene pedirá a gritos que la exploten, pues es su derecho constitucional estar explotada”.
Queremos la autonomía de nuestras vidas, y la autogestión de nuestro tiempo.
Por el fuego de las asambleas “donde aunque nada es seguro todo se vuelve posible”
QUEREMOS VOLVER A SENTIR QUE SOMOS PARTE DE ESTE MUNDO BELLO Y SALVAJE
AHORA LO QUEREMOS, TODO. ABAJO EL TRABAJO
Extremadura, 1 de mayo de 2019