Recibido en nuestro mail:
LAS EPIDEMIAS EN LA ERA DEL CAPITALISMO
Recopilación de textos de análisis internacionales durante el estado de alarma.
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Compartimos con todxs el primer artículo a modo de introducción de esta nueva publicación gestada en tiempos de cuarentena y por la guerra social.
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Sale a la luz el primer número de una nueva publicación anarquista en
Madrid, en tiempos de Estado de Alarma, por la extensión de la guerra
social.
Contenido:
-Hacia aguas desconocidas
-Que vuelvan las huelasgas. Que proliferen las okupaciones. Que lleguen los saqueos
-Sobre el ataque a nuestros lazos
-Crónica de motines, fugas y sucesos en las cárceles y CIES a causa de la crisis del coronavirus
-¿Volver a dónde? ¿Volver a qué?
Hacia aguas desconocidas
Llevamos más de una semana en estado de emergencia. La capacidad destructiva del virus no es algo ya cuestionable. Pero nos gustaría hacer unos apuntes sobre sus consecuencias no clínicas y sobres sus orígenes.
Si el COVID-19 surgió por un murciélago o por un intento estadounidense, que se ha ido de las manos, de deshabilitar la economía china, nos parece poco relevante ahora. Este virus, como otros anteriores en la historia que masacraron poblaciones enteras en la Amazonía, Mesoamérica,
África y Oceanía, es un fenómeno biológico. Pero el contexto donde nace, la forma en que se propaga y la gestión de este son cuestiones sociales.
Este virus es el resultado de un sistema que mercantiliza cada proceso, objeto, relación o ser vivo en la tierra. Extendido rápidamente por la macroconcentración de mano de obra y corpus consumista de las ciudades, que se alimenta de la agroindustria y la ganadería intensiva. Un flujo constante de bienes humanos (5.000 millones de personas vuelan anualmente alrededor del planeta) a velocidades frenéticas, reflejados en 200 caracteres y 5000 likes.
Es precisamente este empeño en artificializar todo, hasta nuestras
emociones, basando todo en el beneficio, viendo el mundo a través de una pantalla, dejando que nuestra mente sea colonizada por la “eficacia”, lo que nos ha llevado a una pérdida paulatina de lo “humano”, de lo “vivo”.
Facilitando que medidas tan extremas, en las que solo hay dos motivos para salir de casa (trabajar y consumir) hayan entrado de una manera no exageradamente traumática. A la vez que se nos plantea como vía de escape las mismas dinámicas tecnófilas que nos han conducido al desastre. Si a esto le añadimos el miedo, el gobierno del miedo, terminamos perdiendo el norte y reinterpretando conceptos como el de responsabilidad o solidaridad.
Serás tildadx de irresponsable, por ejemplo, si no te sometes al arresto domiciliario voluntario. Menuda perversión del significado, que no es otro, en realidad, que el abrazo entre el corazón y la cabeza, entre el análisis, la decisión y la acción. Con ese grito de “inconsciente”, como poco, que recibirás desde la ventana si vas, por ejemplo, de la mano con tu compañerx por la calle, se te está gritando, en realidad, “¡obedece la norma!”. De la misma manera sucede con las llamadas a la solidaridad que son traducidas por servidumbre voluntaria colectiva cuando se convierten en un acrítico #yomequedoencasa.
¿Qué pasa con las cientos de personas que se acumulan en Atocha y y Chamartín entre 6.30 y 8.30 de la mañana? ¿Por qué no se han paralizado las obras de construcción de edificios en una ciudad que tiene un excedente desorbitado de viviendas? ¿Las personas hacinadas en IFEMA no son personas? ¿Es desquiciante estar una semana encerrada? ¿y pasar 5, 10, 15, 30 años y que ahora no puedas recibir ni una visita, ni un vis a vis y en muchos casos las llamadas y el correo absolutamente restringido? Por citar solo algunos hirientes ejemplos.
Para las personas que no tienen hogar ya no es posible una anónima
supervivencia, ya no pueden pasar desapercibidas cuando la jungla de
cristal se ha convertido en un desierto de hormigón. Son, más si cabe
que antes, personas prohibidas. Que en el mejor de los casos serán
pastoreadas hacia rediles como IFEMA. También se ha desatado la, ya de por sí exacerbada, impunidad policial contra lxs otrxs prohibidxs, lxs que no pueden acreditar mediante escritos burocráticos que son personas con “plenos derechos”, o que sus rasgos o color de piel inducen a los torturadores uniformados a pensar que no. (La prensa mayoritaria acredita numerosos casos de agresiones policiales en Lavapiés, Centro y otras ciudades). Porque una pandemia sigue siendo una cuestión de clase, de privilegio, de muertes no tan aleatorias.
No se nos ha otorgado el poder del augurio como a Casandra, pero sí, en cambio, la maldición de Apolo. Es decir, no tenemos la certeza de que estos pronósticos se cumplan (aunque hay evidencias inequívocas de hacia donde apunta el poder y muestras, ya fehacientes, de este tipo de medidas), sin embargo, nos tememos que difícilmente seremos escuchadxs.
Creemos que todas estas medidas de control se volverán permanentes, como ya ocurrió con las leyes antiterroristas tras el 11S, o recurrentes; que no nos extrañe que en el futuro seamos nuevamente llamadxs al confinamiento en circunstancias como tempestades, huracanes y todo tipo de crisis climáticas, que por seguro llegarán, o nuevas y viejas epidemias que volverán a llamar a nuestra puerta. Rastreo de movimiento por teléfono, controles biométricos y de temperatura, limitaciones de movimiento en función de estos… son una realidad ya y han venido para quedarse. A esto habría que sumar la precarización generalizada de la vida que vendrá a medio plazo, la socialización de la pobreza…
Llegados a este punto queremos compartir la idea de que el presente, o el pasado más bien, el mundo tal y como lo conocemos: basado en la dominación, con sus estructuras perpetuadoras de miseria, su ortodoxia, su afán liberticida… no nos vale. Y de ninguna manera queremos volver a él.
Empecemos a intentarlo. Teniendo en cuenta que hay gente que no nos gustaría infectar, rompamos el aislamiento. Actuemos, si es necesario, a nivel individual. En esta realidad incluso golpeando a ciegas es muy fácil acertar. Comuniquémonos, hablemos, circulemos información y seamos críticxs, forcemos los toques de queda, mapeemos el control (dónde y cuándo se patrulla, que espacios han quedado vetados, dónde habiendo abastecimiento…). Fomentemos las huelgas y el cierre de empresas. No queremos una gestión de la crisis. Queremos experimentar, chocar, luchar, conflictuar…
Esforcémonos por incidir en un presente aunque cuando levantemos la vista no veamos el horizonte. Quizá precisamente aquí se encuentre la clave, dejemos atrás verdades, convicciones y seguridades, naveguemos con pasión por la aventura hacia aguas desconocidas, hacia amaneceres de libertad y revuelta.
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MADRID CUARENTENA DEFINITVO.cleaned
Compartimos este zine que hemos visto colgado en varias blogs y sitios de internet y que han sacado las compañeras de la distri Perras Salvajes de Madrid.
Copiamos una parte de la introducción:
En este fanzine se trata una agresión sexual y todo el proceso que gira en torno a ella, por lo que podría remover y afectar a algunas personas.Es tetexto es fruto de una reflexión personal, que tiene inicio tras sufrir una agresión que me vi obligada a hacer pública, y seguidamente de una reflexión conjunta, compartida con varios grupos de mujeresque han pasado por gestiones similares. Lo que empezó siendo una reflexión sobre el tiempo invertido y el coste emocional que implica la gestión de una agresión se ha convertido en una crítica mucho más amplia, al movimiento, todavía sumamente masculinizado, y a lasdinámicas que en él se dan.
A continuación dejamos la traducción que han hecho les compas de La Rebelión de las Palabras, de un texto aparecido en el blog Winter Oak en inglés y que nos ha parecido interesante para difundir:
Seamos claros en esto: el sistema existe.
Puedes llamarlo como más te guste, el Establishment, la Cosa, el Matrix o el Complejo Industrial-Carcelario-Militar-Propagandístico, pero existe.
Se ha convertido en tendencia en los años recientes que esto no es así, que lo que estamos viendo es simplemente un conjunto de relaciones económicas o interpersonales.
Pero es el sistema el que promueve, protege e impone todas las capas de dominación y de explotación que marcan nuestra vida cotidiana.
Es el sistema el que nos dice que tenemos que gastar nuestra mejor energía vital trabajando para él, solo por el derecho a comer y a existir en el mundo del que dice ser el dueño.
Es el sistema el que paga a sus matones a sueldo para apalearnos, intimidarnos, encerrarnos durante años si nos negamos a jugar con sus reglas.
Es el sistema el que mutila y asesina a seres humanos a una escala inimaginable por todo el mundo, todo por los intereses de sus beneficios y su poder, y que aun así siempre reclama la poltrona moral.
Es el sistema el que miente a través de sus dientes, con una sonrisa resbaladiza en su rostro, y que siempre es veloz en acusar de mentiroso a cualquiera que desafíe sus mentiras.
Es el sistema el que devora, envenena y destruye nuestro aire, nuestra agua, nuestra tierra y nuestros cuerpos.
Es el sistema el que trae la muerte y la extinción mientras dice traer crecimiento.
Es el sistema el que está siempre buscando nuevas maneras de monitorizarnos, de controlarnos, de infiltrarse en nuestras vidas, de dirigir nuestros pensamientos, de aplastar hasta las más ínfimas posibilidades de nuestra libertad y resistencia.
Es también el sistema, por supuesto, el que insiste en que el sistema no existe, que no deberíamos confundir los muchos árboles de su opresión y control con un bosque completo que podría ser considerado una entidad.
Dice que cualquiera que hable del sistema es necesariamente un tonto de mente simple que se imagina que el mundo está todo controlado en cada detalle por media docena de villanos de películas de James Bond sentados alrededor de una mesa de conferencias en un búnker subterráneo.
Dice que cualquiera que hable del sistema es un teórico de la conspiración que podría comenzar a escupir toda clase de sinsentidos desordenados, quizá antisemitas.
El sistema dice esto porque sabe muy bien que el resto de nosotres, les impotentes que tanto desprecia, nunca seremos capaces de desafiar eficazmente al sistema si ni siquiera sabemos que existe.
En este punto, y solo en este punto, nosotres estamos de acuerdo con el sistema. Identificar la existencia del sistema es el primer paso necesario para despejar el camino hacia un futuro que merezca la pena para la humanidad y para nuestro hogar planetario.
El segundo paso necesario es destruir este sistema en su totalidad.